La medicina estética tiene como finalidad mejorar la apariencia física de una persona, así como reducir y retrasar los efectos del envejecimiento utilizando productos y técnicas adecuados.
Pero, sobre todo, se trata de medicina, por lo que el deber del médico es contar con la formación adecuada, no incitar a sus pacientes a consumir tratamientos estéticos en exceso y afrontar los posibles efectos secundarios.
Por otra parte, la persona que desee recibir un tratamiento médico estético debe tener la garantía de que dichos tratamientos se proporcionarán en un entorno que cumpla todas las normas aplicables al ejercicio de la medicina, es decir, referentes a la gestión de una consulta, la asepsia y la prevención de infecciones, la creación de un expediente médico y, naturalmente, el respeto de la confidencialidad.